domingo, 2 de marzo de 2008

Después del desayuno


Cantantes: Dibla, Melva, Hotson y Peldoff

La escena se desarrolla en el vestíbulo de un hotel de lujo situado en el centro de la capital de un país africano. Los diálogos se desarrollan en inglés, pero he tenido la deferencia de traducirlos para que resulten más comprensibles. Cuatro grandes sillones de mimbre rodean una mesa de teka con tapa de cristal. Dibla y Melva, cantantes de moda, salen del salón donde se sirve el desayuno y se sientan, una al lado de la otra. Melva saca un cigarrillo y lo enciende.

Melva.- Buff...Estoy llena. Creo que me he pasado con el desayuno. Está todo tan bueno, y preparado con tanto arte, que me inflo como una vaca. Y no debo engordar, ya lo sé. No estaría muy bien visto, en un viaje como este, pero es que no me puedo resistir.
Dibla.- Yo también me he pasado. Ese yogurt artesano de leche de cabra está de muerte. Creo que me he comido diez o doce vasos.

Las dos van vestidas al estilo grunge, con ropa que parece estrafalaria, pero de marca. Parecen ponerse de acuerdo para colocar las dos los pies cruzados sobre la mesa de teka. Un camarero uniformado se acerca a Melva y se coloca a su lado.

C.- Señorita, aquí no se puede fumar. Disculpe, pero no está permitido.
M.- Creo que no sabe usted con quien está hablando. Soy Melva, la cantante mexicana, y si hablo con el director de este cuchitril, tenga la completa seguridad de que a los diez minutos está usted en la calle. ¿Quiere apostar algo?.

El camarero la mira, mira después a recepción y se encoge ligeramente de hombros. Se incorpora lentamente y se aleja de la mesa.

M.- Esta gentuza no se da cuenta de que venimos aquí para hacerles un favor.
D.- No tienen estilo. Están en las antípodas. No son capaces de asimilar el progreso occidental.
M.- Pues mira, en vez de darme la charla, tenía que haberme traído un cenicero, y no lo ha hecho, el muy estúpido. Ahora le tiro la ceniza a la alfombra. Que se joda. Tenían que obligarle a el a limpiarla.

Melva arroja la ceniza con desprecio sobre la alfombra.

D.- Mira, ya han acabado Hotson y Peldoff

Los famosos cantantes Bob Hotson y Robin Peldoff salen del salón de desayunos. Meldoff hace gestos mientras se acerca a la mesa, tocándose el estómago, hinchando los carrillos y bufando. Se desploma, más que se sienta, en la silla de mimbre situada al lado de Melva.

Peldoff.- Chicas, voy a explotar. Me he puesto hasta las narices de mango con nata y bizcocho. Esta gente me va a matar.

Hotson le dirige una mirada furtiva a Dibla y se sienta en la silla que queda libre. Melva se levanta el cigarro y apaga el cigarro en un macetero. Ha esperado a que la mirara el camarero para hacerlo, clavando sus ojos en los del hombre. Después se mete las manos en los bolsillos y se tira, literalmente, en la silla de mimbre.

Hotson.- Hola, Dibla.
Dibla.- ¿Cómo te va?.
H.- No del todo mal. Todavía tengo resaca. Anoche nos pasamos con el ron.
D.- Pues yo estoy como nueva.

Peldoff golpea con la palma de la mano abierta el muslo de Hotson.

P.- Parece mentira que un escocés de pelo en pecho aguante tan mal el alcohol.
H.- ¿Qué estás diciendo, tío?. Entre Dibla y yo nos bebimos casi dos botellas de ron y una de tequila.
P.- Tequila, tequila, hay, cuate, ándale, ándale...

Melva observa a Peldoff con mirada asesina.

M.- Si te estás riendo de los mexicanos, te coges tu risita y te la metes por el culo.
P.- No te cabrees, chamaca, que te pones muy fea.
M.- Como sigas en ese plan de gilipollas verás lo fea que me voy a poner cuando te suelte una somanta de hostias.

Peldoff se inclina y acaricia la entrepierna de Melva.

P.- No te pongas borde, encanto.

Melva se inclina y le suelta una gran bofetada a Peldoff.

M.- Ya te avisaré cuando quiera que me toques.
P.- Vale, vale, tranquila.
D.- Y tu, Hotson, ¿cuándo terminas?.
H.- Con un poco de suerte, hoy mismo. Ya estamos grabando la última canción. Si todo va bien, mañana me los llevo a Los Angeles a grabar mi disco.
D.- Lo mismo que con los Makela Singers, ¿no?.
H.- Bueno, lo mismo, lo mismo...Estos me salen un poco más caros. A los Makela Singers les produje un par de discos, y grabados aquí, además. A estos les tengo que llevar allí, pagarles la estancia...Espero grabar el disco en menos de un mes, o me arriesgo a que me coman los gastos.
P.- Venga, no digas tonterías. Sabes de sobra que con las ventas del disco recuperas de sobra. Grabar hoy en día un disco con un coro africano es una garantía de superventas. Beneficio asegurado. Y si te falta algo, un par de conciertos multitudinarios, en Wembley o el Madison, y a recoger pasta. No te hagas la víctima.
H.- No, si eso ya lo sé. Siempre ha salido bien, pero de un tiempo a esta parte, esta gente está subiéndose a las ramas, y a veces hasta te hablan de derechos de autor, de royalties y de cosas así, y claro, uno tiene que explicarles que les está haciendo un favor, que es la única forma de darse a conocer en esta aldea global en que se ha convertido el mundo, que si no fuera por el mundo occidental no se comerían una mierda...Pero los muy puñeteros, aún así, te miran raro, como si pensaran que les estamos estafando, o algo así.
P.- Es que les estamos estafando, tío, no me jodas. A ver quien nos iba a decir a nosotros, hace veinte años, que esto de la solidaridad con Africa podía convertirse en el inmenso negocio en que se ha convertido hoy en día. Un negocio y una necesidad para nosotros. Si no nos hacemos la ruta al menos cada dos años, no nos comemos una mierda, y lo sabemos. Total, un mes pasando calor y miserias, y hemos cumplido. Mírame. Solo me quedan dos sesiones de fotos, y a casa otra vez, tan de puta madre. Además, uno va aprendiendo, que duda cabe. Ayer, sin ir más lejos, debí volverme gilipollas, porque me puse la camisa blanca de Guzzi que me regaló Melva el año pasado. Cuando cogí en brazoa al niño desnutrido de turno, el muy cabrito me vomitó encima. Una masa nauseabunda, de color amarillo, asquerosa. Algún cabrón de Europ magacine se puso las botas sacando fotos. Me va a costar una pasta que me entregue los negativos, si es que me los entrega. Menos mal que no reaccioné mal. Me las arreglé para que la sonrisa no se borrara de mi cara, a pesar de que mi primera reacción había sido la de estampar al niño contra la pared
D.- Pobre criatura, que bestia eres.
P.- Tranquila, Dibla. Seguro que no era el niño que vas a adoptar tu.
D.- Ya me lo imagino. El mío tiene ocho años. Por muy delgado que esté, me extraña que tu pudieras cogerle en brazos, con esas chichillas que tienes.
H.- ¿Ocho años?. ¿Y no te parece un poco mayor?. Te va a costar hacerte con el.
D.- No pretendo hacerme con el. Prefiero que tenga su personalidad propia, su identidad africana. Que conserve sus raíces en un entorno menos agresivo.
M.- Claro, y que cuando se coloque en el salón de tu casa a ver la tele, haga juego con la estantería de ébano que te compraste el año pasado.
D.- No sé a qué te refieres, pero creo que no me está gustando demasiado lo que estás insinuando.
M.- Venga, Dibla, no me vengas con tonterías. Si lo que querías era adoptar un niño necesitado, podías haberlo hecho perfectamente en nuestro país.
D.- Lo estuve intentando, pero no me dejaron.
H.- Si, es verdad. Durante dos semanas. Creo que alguien te oyó, en la fiesta de Armani del mes pasado, cuando dijiste que adoptar a un niño africano dama más fama, que un niño mexicano te haría en México un poco más famosa de lo que ya eras, pero que no merecía la pena.

Dibla enrojece de repente.

M.- Y además, adoptar un niño en Africa te sale por cuatro duros, no nos engañemos. Y lo bien que queda en las fotografías de las revistas del corazón...Con un par de exclusivas amortizas el viaje, la adopción y los sobornos que has tenido que pagar para que te agilicen los trámites. Negocio redondo.
P.- Y además hay que hacerlo ahora. Este continente es un puto polvorín, y el país que hoy está más o menos estabilizado puede convertirse mañana mismo en un baño de sangre.
H.- Eso es verdad. No sé quien está jaleando todas esas guerras, pero le está saliendo de puta madre.
M.- Todo el mundo hace negocios con Africa. Traficantes de armas, compañías petroleras, Vendedores de diamantes...
P.- Esos negocios son muy impopulares en occidente. No hay más que ver la cantidad de gente que acude a los macroconciertos de solidaridad con Africa. El negocio redondo es el nuestro y el de algunas organizaciones humanitarias que no hacen más que recaudar un dinero que jamás llega a su destino, que se va diluyendo por el camino. No existe riesgo, porque siempre seguirá haciendo falta la ayuda humanitaria en Africa. Mientras nadie se preocupe de enseñarles a pescar, en vez de darles una sardina de vez en cuando...
H.- A Occidente no le interesa que esta gente levante cabeza. Al menos mientras sigan existiendo los inagotables recursos naturales que hay ahora mismo. Y mientras esa situación siga así, estamos en nuestro perfecto derecho de coger nuestra parte del pastel, y haciendo algo además que hace que la gente nos adore: denunciar la política de explotación de Occidente sobre Africa. El negocio perfecto, y muy sencillo de llevar. Unas cuantas fotografías con negros sonrientes, unas cuantas adopciones, conciertos multitudinarios, camisetas, discos, música étnica en dos o tres películas de éxito...Y vuelta a empezar. El chollo del siglo. Y además, alojándonos en los mejores hoteles, volando en los mejores aviones... Yo ya no puedo ser feliz sin mi campaña africana anual. Me he enviciado con esto.
P.- Sin duda. Esto engancha más que una droga de diseño. Resulta conmovedor llegar a una aldea y que te rodee una marea de gente sonriente. Es una sensación parecida al orgasmo. Se siente uno más que orgulloso de ser occidental.
M.- Y la luz. La luz africana, el crepúsculo y el amanecer...Son hermosos de verdad.
D.- Muy, muy hermosos.

Al hotel entra un joven de color, vestido con cazadora de cuero entre negra y azulada, pantalones vaqueros y una camiseta negra. Lleva barba afilada de un par de días. Busca con la mirada hasta fijarla en el grupo. Saca del bolsillo interior una libreta y se dirige a la mesa.

J.- Un autógrafo.

Los cuatro famosos se tensan como ballestas en sus asientos al comprobar que el joven se les acerca muy deprisa. Melba observa rápidamente a su alrededor y le hace una seña al camarero que la había advertido de que no se podía fumar.

H.- Tranquilos, chicos. No hay fotógrafos cerca.
J.- Un autógrafo, por favor.
D.- Déjeme en paz. Váyase de aquí. Esta es una zona restringida a clientes.

El camarero llega y le pone al hombre una mano en el hombro.

C.- Váyase, por favor. Esta es una zona privada.

El camarero y el joven se alejan hacia la puerta del hotel. El grupo de famosos recupera la compostura.

P.- Es increíble que dejen entrar en este hotel a gentuza como esa.
H.- Creo que voy a poner una reclamación. Les voy a amenazar con no volver a poner los pies aquí, y vosotros deberíais apoyarme.
D.- Cuenta conmigo. Estas situaciones son muy desagradables. Y los putos guardaespaldas todavía desayunando. Son unos tragaldabas.
M.- Es que se supone que aquí no nos va a molestar nadie. Es como si estuviéramos en la zona Vip del Madison Square Garden. No tiene porqué molestarnos nadie.
P.- A ver si va a resultar que no va a poder estar uno seguro en Africa aunque se aloje en el hotel más caro de la ciudad. Solo nos faltaría eso.
H.- ¿Sabeis que os digo?, que Africa ya no me parece tan atractiva como antes. Hace unos años, un tipejo de estos no se atrevería a acercarse a menos de cien metros de nosotros. Creo que Africa está empezando a ser diferente.
P.- Si, por supuesto. Estoy contigo, tío, pero sigue siendo una mina para nuestros negocios.
H.- Cada vez menos. Cada vez hay más famosillo que se apunta a la moda. Cada vez somos más a repartir.

M.- Pero no pasa nada, hombre. Ya lo habéis dicho antes, y con mucha razón: los recursos de este continente son inagotables.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta pensar que la fama que puedan conseguir esos artistas de medio pelo que "invaden" Africa con sus macroconciertos, es efímera y sin embargo la estela que dejan, aunque sea poca, a la gente que lo necesita le sirva.
Pienso que los que menos ruido meten son los que más hacen por los necesitados en Africa. Además son los que se quedan prestando ayuda, conviviendo con ellos y no en hoteles.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Precisamente eso que dices era lo que quería denunciar. Paul Simon produjo un par de discos de Ladysmith Black Mambazo, con la única intención de hacerles participar en "Graceland", que se convirtió en un fenómeno de ventas con grandes beneficios para el. Hace poco leí esto en internet, y se empezó a gestar el relato. Te dejo el enlace por si quieres echarle un ojo:

http://www.elperiodico.com/default.asp?idpublicacio_PK=46&idioma=CAS&idnoticia_PK=475180&idseccio_PK=1026

Tengo un amigo voluntario en Zaire, que se ha jugado la vida un par de veces y que no se hace fotos, porque no puede soportar verlas cuando nos visita. Y aunque no soy nada religioso, reconozco que muchos misioneros y misioneras están realizando una labor más importante que la gente que va a hacerse la foto.

Lo siento, he abandonado por un momento el toque de humor, pero es que estaba un poquito sensible este fin de semana. Otra vez será.

Un beso.

Anónimo dijo...

Gracias por el enlace. Yo tampoco creo en las religiones y en los religiosos poco, yo creo en la buena voluntad de las personas, en gente como tu amigo voluntario en Zaire. Es la gente como él la que merece todo el respeto y la admiración.
No sientas lo del toque de humor. Cada cosa tiene su momento. Pero lamento que no tuvieras un buen fin de semana.

Un beso.

Anónimo dijo...

No, si el fin de semana no ha ido nada mal, pero me ha pillado a mi con un poco de constipado o algo de eso, y al medicarse, se queda uno medio eso, medio sensible o medio dormido, llámalo como quieras.

De todas formas, gracias por interesarte.

Un beso

Anónimo dijo...

Respecto a la denuncia o crítica que haces no diré nada por que veo en los comentarios que ya habéis hablado eltema y razón tienes toda. Respecto la relato, que lo hayas hecho en forma de teatro,que no es fácil me parece que lo has bordado, no es fácil trabajar en este género.

Anónimo dijo...

Gracias, hechicera. La verdad es que nunca había escrito tanto diálogo como en los relatos de este blog. Es algo que me propuse desde el principio, y cada vez me gusta más.

Un saludo